Empezaremos con un fragmento del final del singspiel de Mozart, La flauta mágica, de 1791, para ejemplificar el uso de
este recurso que busca sorprender al espectador con la ruptura de la convención de la cuarta pared.
Papageno reclama la atención de las espectadoras, ofreciendo su amor para así evitar el suicidio:
A mediados del siglo XIX y comienzos del XX lo encontramos en tres óperas.
Comienzo de I pagliacci, de Ruggero Leoncavallo.
Final de Gianni Schicchi, de Giacomo Puccini.
Tenemos algún pasaje en que los actores o cantantes se dirigen al público en esta ópera bufa de Jakob Offenbach, Orfeo en los infiernos, de 1858. Una Euridice harta de la música de Orfeo se queja de él al auditorio.
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