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sábado, 24 de septiembre de 2011

De reyes. Carlos I

Como en este blog trataremos de la historia de la música, y frecuentemente relacionaremos los músicos con los reyes a quienes sirvieron, conviene ir familiarizándonos con los reyes españoles de la Edad Moderna.

No es complicado si uno se organiza y los estructura. Básicamente ha habido dos casas reinantes: los Austrias y los Borbones.
Empecemos, pues, con los Austrias.

La casa de Austria llegó a España porque los Reyes Católicos, que eran Trastámara, no tuvieron heredero varón.
Bueno, en realidad sí, y lo llamaron con el nombre de los dos abuelos (el padre de Isabel y el de Fernando se llamaban igual): Juan.
Pero el pobre Juan murió jovencito. Imagínate lo que significaba para los reyes que el primogénito, en quien habían puesto tantas esperanzas, falleciera.
El músico de la corte, Juan del Encina, compuso villancicos lamentando su pérdida, Triste España sin ventura, y A tal pérdida tan triste.

A tal pérdida tan triste,
buscarle consolación
claro está qu’es traición.

Todo nuestro bien perdemos
perdiendo Príncipe tal.
Pérdida tan desigual
no hay con qué la consolemos.
Ningún consuelo busquemos,
que buscar consolación
claro está qu’es traición.

Quien más consuela más yerra.
A tal mal tan sin consuelo
consuélelo Dios del cielo,
pues no hay consuelo en la tierra.
A dolor que da tal guerra,
buscarle consolación
claro está qu’es traición.

Traición es conocida
en dolor que tanto duele,
buscar cómo se consuele
quien más muere con la vida.
A tal vida tan perdida,
buscarle consolación
claro está qu’es traición.

Biviendo vidas penadas
los que pierden tal tesoro,
no den descanso a su lloro
lágrimas muy aquexadas.
A dichas tan desdichadas,
buscarles consolación
claro está qu’es traición.

Aún más y más sentiremos
el perder que ya sentimos,
y aunque un día lo perdimos,
cada día lo perdemos.
Pues tan gran pérdida vemos,
buscarle consolación
claro está qu’es traición.

Assí que fuerça forçada
y razón manda sufrir,
y cada día sentir
vida más desconsolada.
A tristura tan sobrada,
buscarle consolación

claro está qu’es traición.


Su hermana Juana, entonces, se casó con Felipe de Austria y así comenzó la rama española de esta casa.

Los Austrias españoles fueron cinco. Te cuento una regla mnemotécnica para recordarlos: son un sandwich.
Sí, leíste bien, y si te causa risa o te parece algo pueril, tanto mejor; esas son las reglas que más perduran en la memoria.
Imagínate un sandwich con tres lonchas de lo que más te guste dentro.
Pues los panes son los Carlos y las lonchas serían los Felipes. Eso sí, desde Felipe II.


Hoy conoceremos algo del primero de los Austrias.
Sabrás que, además de rey de España, fue coronado emperador de Alemania.

Carlos había nacido en Gante en 1500, y hablaba francés.


Es lógico, por lo tanto, que su canción preferida fuera "Mille regretz", del compositor Josquin Des Prés, belga (o flamenco) como él.
Es una canción melancólica, escrita en un francés antiguo. ¿Que cómo te darás cuenta? Pues tiene ciertos arcaísmos, como fache por visage, o elonger por éloigner.
Además, si escuchas con atención, las R son duras, no guturales. Y cuando se juntaban las vocales OI (oy) sonaban como UE. Es decir, roi se pronunciaba rué.

Vamos a escucharla.





El texto dice:
Mille regretz de vous abandonner et d'elonger votre fache amoureuse. J'ai si grand dueil et paine douloureuse qu'on me verra brief mes jours definer.


Y su traducción sería:
Siento mil pesares por abandonaros y por alejar vuestra cara amorosa. Tengo tan gran duelo y pena dolorosa, que pronto se verán acabar mis días.


Fíjate  cómo "pinta" con distintos recursos el contenido del texto. Esto se denomina hipotiposis.
Para empezar, comienzan cantando todas las voces al mismo tiempo. Eso se denomina homofonía.
Sin dudas, la intención del autor al elegir esta textura es clara: quiere señalar ya desde el vamos qué lo motiva a cantar. Nos presenta su dolor ante la separación de su amada.
En el segundo 15 cambia la textura a la contrapuntística en la frase que refiere la razón de su pena: "de vous abandonner" y en el segundo 22 hace uso del recurso compositivo de la repetición cuando quiere  hacer gráfica la separación e itera: "et d'elonger, et d'elonger". Parece así que la distancia que los separa se hace mayor, que cada palabra marca el paso del tiempo sin verse.
También se vale de la catábasis, una melodía descendente (piensa en los términos catarata y catacumba: indican algo que baja -agua-, o un sitio subterráneo).


Utiliza nuevamente la repetición para "votre fache amoureuse". Aún la ama y cuando lo repite baja la intensidad herido por la pena.
Pero vuelve a la homofonía en el segundo 54 cuando confiesa en un desgarro "J'ai si grand dueil"... Todo el coro se une, haciendo tangible y enorme la pena, todos y cada uno de los coreutas gritan el dolor insoportable de la separación, todos se hacen uno con el amante.

Y de ese gran dolor  cae, como si de lágrimas se tratara, en el minuto 1:00.
Una catábasis, una escala descendente que grafica la frase "et paine douloureuse" se despeña lentamente. Se divide en dos partes el coro y le asigna a una mitad continuar un descenso dramático a cargo de las voces más graves, mostrándonos cómo para nuestra psiquis lo bajo (estoy bajoneado, de bajón, decimos, o estoy por los suelos, ¿verdad?) se relaciona con lo triste.



Y, en el final, en el 1:15, mareas de voces que parecen confundirnos, marearnos en el padecimiento provocado por esta lejanía se solapan golpeándose unas contra otras.



Aturdido confiesa el compositor que no le restan fuerzas para continuar su vida.

Tres veces lo afirma en los compases finales. Desde el 1:44.



Con desesperación al principio, como una confesión hecha a un amigo; más suave la segunda vez, perdiendo la voz y un poco más lento; y la tercera ya exangüe, con un hilo de voz, dejándonos la sensación de que el alma humana siempre, pese a que esta canción tiene tantos siglos, siente de la misma forma.

Tanto gustaba esta canción y tan popular se hizo que puede considerarse como uno de los primeros hits musicales.
De hecho, se encargaron versiones instrumentales. Un ejemplo de ellas es la versión para vihuela de Luys de Narváez, llamada La canción del emperador.
Escuchémosla:





El que esta fuera la canción preferida de Carlos I nos dice mucho de él, de su espíritu y sensibilidad.
Carlos fue retratado por el gran Tiziano.
Te lo presento.





La imagen superior nos recuerda las luchas contra los luteranos y el amor de Carlos por las novedades y avances: fíjate la anacronía del arma de fuego que porta en su cintura con la armadura y la lanza. Ambas pinturas son de Tiziano.


RRCC de carolina.monacci@beatafilipina.com



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