Los primeros calores nos recuerdan que el curso está llegando a su fin.
Es entonces un buen momento para hacer una recapitulación de los conocimientos adquiridos.
Bien es cierto que los alumnos han aprendido una ingente cantidad de cosas, tomado contacto con muchas otras, abierto su mundo sonoro...
Y la memoria muchas veces no nos acompaña.
Es por eso que, a modo de diagnóstico, se les pidió que, lápiz en mano, hicieran una trompa y una tuba, sin modelo delante. La elección se debe a que son los instrumentos aerófonos de metal aquellos que tienen más tendencia a perder su identidad dentro de las clases de música.
Y claro, cuando la memoria falla, cuando la precisión se nos escapa, cuando parece que todos los instrumentos que hemos visto se nos aparecen fragmentados y difusos, es en esos momentos, digo, en que las musas hacen su aparición.
Pues hoy les dimos libertad de visitarnos (¡quizá ellas me den una mano y aprendan así finalmente a reconocer estos esquivos integrantes orquestales!) y tomamos lúdicamente la poca retentiva que poseemos ante el cúmulo organológico que hemos frecuentado en estos meses.
Vimos con asombro cómo los instrumentos cobraban vida y se transformaban en personajes.
Veamos, pues, qué nos dictaron, a partes iguales, la memoria, la fantasía y la imaginación.
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Noemí |
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Sergio |
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Adrián |
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Gema |
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Nacho |
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Carla |
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Ana María |
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Sucheet |
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Daniel |
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Roberto |
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Daniel |
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Antonio |
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Andrea |
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Diana | |
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Álvaro |
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Ignacio |
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Beatriz |
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Julio |
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Alicia |
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Rocío |
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Enrique
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