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domingo, 22 de noviembre de 2020

La traviata y Rigoletto, óperas de Giuseppe Verdi y Francesco Maria Piave. Alexandre Dumas y Víctor Hugo.

Estamos viendo la ópera La traviata (la extraviada).

Esta ópera está basada en el libro La dama de las camelias de Alexandre Dumas hijo (el padre es el también escritor homónimo, autor de Los tres mosqueteros).
La historia es real, y sucedió en París. 

Lejos de glorificar o encumbrar el modo de vida de la protagonista, la novela y la ópera exaltan y resaltan el valor del cambio producido gracias al amor. Un amor honesto y generoso que enseña nuevos caminos. La muchacha se dará una oportunidad permitiéndose amar y ser amada, pero, si bien Dios olvida su pasado, el inmisericorde hombre no lo hará.
La protagonista sufría de tuberculosis, y esta dolencia le acarreaba molestias respiratorias. Los olores le resultaban incómodos, por eso se rodeaba de camelias, que es una flor preciosa, parecida a una rosa, pero inodora. 

En este mismo blog hay una entrada con más datos respecto a los personajes reales que puedes consultar.

Datos que conviene recordar:
Personajes:
tenemos una pareja como personajes principales: Violetta Valéry, que debe ser interpretada por una soprano, y Alfredo Germont, que deberá ser tenor. Giorgio Germont, padre de Alfredo, debe ser un barítono.

Intérpretes: en nuestra versión, el personaje femenino es interpretado por Teresa Stratas, cantante canadiense; y el masculino por el español Plácido Domingo. Su padre es interpretado por Cornell MacNeil, estadounidense.

La ópera comienza con un pasaje instrumental que abre la obra y que se denomina obertura o preludio. Si nos detenemos en las etimologías ellas nos remitirán al verbo abrir y a aquello que va antes de la pieza principal, antes del play, del juego, de la obra.

Generalmente las oberturas tienen dos partes contrastantes en tempi, esto es, una parte más lenta y otra más rápida, y en muchas ocasiones encontramos material temático que será escuchado con posterioridad: nos presentan melodías que serán significativas y que aparecerán más tarde en la obra.
Hay que tener presente que la ópera se creó como género en el 1600 y desde esas épocas y hasta fines del siglo XIX no contó el hombre con métodos de reproducción musical caseros. Era conveniente para los intereses empresariales que los asistentes salieran silbando las melodías más pegadizas del teatro, y, como sabrás, la repetición ayuda -y mucho- a la memoria.

En el caso de La Traviata, la melodía que se presenta en el preludio del 1º acto (u obertura) es la que se escuchará en la voz de Violetta hacia la mitad del segundo acto, Amami, Alfredo!

En la versión del director Franco Zeffirelli que estamos estudiando, durante la obertura se detalla un embargo de los bienes de la casa de Violetta, y ella aparece demacrada por los efectos que su tuberculosis le produce.
Cuando acaba la obertura, Violetta en su delirio febril cree estar en medio de una fiesta. Con este recurso narrativo volveremos al pasado y Piave nos relatará la historia desde sus inicios. Este recurso suele conocerse con la voz inglesa flashback, pero en español se llama analepsis.

  • En el primer acto la acción tiene lugar en la casa de París de Violetta Valéry.

Ella está de novia con el barón Douphol, quien la mantiene, y le presentan a Alfredo, un escritor pobre y soñador que está locamente hechizado por sus encantos. Violetta, quien ha tenido un humilde origen, se ha hecho a sí misma y se ha convertido en una interesante muchachita, pero no ha conocido el amor verdadero. Los hombres se han acercado a ella por su compañía más que por otra cosa, y reacciona con incredulidad ante los requiebros de Alfredo.

En la fiesta veremos que Violetta sirve una estupenda mesa y contrata una orquestita para agasajar con bailes a sus invitados. Es en esta situación en que se escucha el famoso brindis. Lo canta primero el tenor, luego la soprano y luego los invitados (coro). La misma melodía pero muy distinto texto.
Escuchémoslo:


En las óperas las arias suelen reflejar el universo íntimo, de los pensamientos y de los sentimientos. La acción se detiene y el personaje nos hace cómplices de sus atribulaciones, de sus dudas, de sus más profundos arcanos. Los recitativos, en cambio, suelen ser menos interesantes musicalmente pero hacen que la velocidad narrativa se acelere, y suelen usarse para los diálogos.

Alfredo será el único entre el gentío que puebla la casa de Violetta que mostrará preocupación por su salud. Se acerca a ella mientras los demás, ajenos y despreocupados, bailan.

Paulatinamente el entorno se desvanecerá. Y, con él, la música. Súbitamente, no habrá en el universo más que ellos dos. La música cesará con violencia en el momento en que ella, sarcástica, le pregunte si la ama desde hace mucho. Silencio. Un breve silencio enmarcará a estos dos seres, y no habrá nada más que ellos, nada más que los latidos de sus corazones, que las miradas elocuentes que se intercambian, nada más que las palabras que expresan con vehemencia un amor impetuoso. Alfredo se le declara con un aria en la que podemos escuchar los palpitantes latidos en ese compás de 3/4. Un aria profunda como el amor que lo consume, con notas que se rezagan y permanecen en el aire y penetran en el corazón azorado de Violetta. Ella, resistiéndose a tan novedosa sensación, le responde con una melodía de notas rápidas, etéreas, juguetonas y superficiales. Ambas melodías se encontrarán en el punto medio y preciso, enredándose poco a poco y fundiéndose.
 

Escuchemos:



Finalmente ella le dará una camelia como prenda y promesa de un encuentro cercano.
Se acabará la fiesta, se irán los invitados y quedará Violetta sola con sus pensamientos.
No, sola no.
Las palabras y la imagen de Alfredo la persiguen como una ensoñación, como un maleficio. No puede dejar de pensar en él y en sus dulces promesas de amor.
Es este el momento de la ópera en que la solista femenina se luce. Melodías con notas agudísimas, cantadas casi en su totalidad a capella, con mínimos apoyos de la orquesta, y con endiabladas escalas, serán el desafío vocal para la soprano, que con dos arias nos sumergirá en el devenir de sus pensamientos.
La primera parte representa las dudas que la atormentan. ¿Cómo creer, cuando nunca se ha amado? ¿Por qué dejar el fastuoso tren de vida que lleva gracias a los aportes monetarios del barón Douphol?
La palabra follie marca el final del sueño. Locuras, dice. Locuras es pensar que las palabras son más que palabras, que realmente alguien la quiere, que puede confiar en ser amada y amar.
 
Escuchémoslo:

 
  • En el segundo acto habrá dos escenarios: la casa de campo en las afueras y la casa de Flora, en la que hay una fiesta. 
En el comienzo del segundo acto sucede el momento de lucimiento vocal del tenor. Hay dos arias, dependiente la una de la otra: Lunge da lei y De miei bollenti spiriti.
En la primera de ellas, Alfredo Germont dice que hace tres lunas (tre lune) que Violetta se ha mudado con él. Una luna es un mes, ya que es el tiempo que le toma a la Luna el completar una vuelta alrededor de la Tierra.
 
 
Luego del solaz en la felicidad, la acción se acelerará mediante recitativos. 
Aparecerá Giorgio en escena, quien -con una profunda melodía que comienza con canto silábico staccati seguidos por una floritura casi melismática- convencerá a Violetta de que su amor no tiene futuro. La letra usa el arcaísmo en vez del giorno actual, y que pervive en los días de la semana (lunedì, martedì).



Poco después Violetta cantará el pasaje ya presentado en la obertura, el Amami, Alfredo.


Giorgio pedirá a Alfredo que vuelva a Provenza, de donde son oriundos, con esta aria:


La acción pasa a la casa de Flora y su fastuosa fiesta.

  • En el tercer acto volveremos a la casa de París.
Luego de un breve interludio se escuchará el parlato de Violetta, leyendo la carta de Giorgio.
Son carnavales y llegan desde el exterior los sones del jolgorio y la algazara, cruel constraste con el declive de la protagonista.
En Addio del passato Violetta dirá por única vez la palabra traviata, cuando suplica a Dios que la acoja en su seno.
 

En el reencuentro de los amantes, se escuchará un dúo magnífico.


Poco después de esa aria seremos testigos de la anagnórisis de Violetta, momento en el que siente que a pesar del regreso de Alfredo, su destino está sellado.

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Ópera Rigoletto, Giuseppe Verdi y Francesco Maria Piave

La censura en la literatura. 

Víctor Hugo, el escritor, sufrirá la censura de esta obra, en la que el rey Francisco I (el mismo que Carlos I apresará en el alcázar de Madrid y el mismo en cuyos brazos expirará Leonardo Da Vinci) se ejercita en las artes tan apreciadas por quienes detentan el poder: el abuso de sus subordinados.

Será Léo Delibes quien hará música para la representación teatral de esta obra: unas danzas instrumentales.

Leonardo fallece en brazos de Francisco I de Francia, cuadro de
Leonardo muere en brazos de Francisco I de Francia, cuadro de Jean Auguste Ingres

La misma censura sufrirá el libretista de la ópera de Verdi, Francesco Maria Piave.
Largas deliberaciones con los censores harán que cambien el personaje funesto de Francisco I por un duque de un ducado ya inexistente: el de Mantua.
El título pudo ser La maledizione, pero finalmente tomó el nombre del jorobado Rigoletto, término que proviene de rigolo, divertido.
 

Prólogo a Le roi s'amuse, de Victor Hugo.





En la obra teatral de cinco actos Le roi s'amuse,  Monterone se llama Saint-Vallier, y es conde de Poitiers. Su hija será la condesa Diana. En un principio Francisco I había perdonado la vida de Saint-Vallier, pero el precio de tal obsequio ha sido obtener a cambio los favores de Diana.
El sicario Sparafucile será en la obra literaria Saltabadil, hermano de Maguelonne (Magdalena en la ópera). El jorobado Rigoletto se llama Triboulet, y su hija, Blanche (Gilda en la pluma de Piave). Giovanna es en el teatro la señora Berarda.

En el cuarto acto de la obra Francisco I canta la que será el aria más difundida: La donna è mobile: 

 "Souvent femme varie
 bien fol est qui s'y fie!
 Une femme souvent
 n'est qu'une plume au vent!"



Sin embargo, conviene que no olvidemos uno de los dúos más hermosos del repertorio lírico.
Es el correspondiente al segundo acto, al momento en que Rigoletto, luego de ser maldecido por Monterone, va al encuentro de su dulce hija y suplica a Giovanna que la cuide como amerita.


El libreto de Piave se ajusta muy bien al texto original.
Verás. En el comienzo de la obra presentan a Francisco I y recomiendan que el actor esté vestido como lo retratara Tiziano.


Aquí resumiré la obra de teatro de Víctor Hugo:

El rey lleva dos meses siguiendo a una moza, de quien solo presume que pertenece a la clase media. Sabe además que por la noche entra en su casa un hombre embozado.
Ya en la fiesta del Louvre, el rey hace avances a madame de Cossé. Los invitados comentan que Diana de Poitiers podría ofenderse, y nos enteramos de que su padre, Saint-Vallier, ha evitado el cadalso gracias a que su hija Diana ha ofrecido su honor a cambio.
En la escena III en más de una ocasión se dice que el rey se divierte. Gordes incluso agrega Gran desgracia, digo yo, porque es peligroso que el rey se divierta.
Triboulet acotará que la mujer es un diablo personificado.
Entre comidillas dirá Pieune que Triboulet tiene una querida: lo ha visto visitarla cada noche mientras él rondaba el palacio de madame de Cossé.
Triboulet, mientras tanto, propondrá a Francisco, quien pasa la noche cortejando a todas las damas, robar a Mme de Cossé esa misma noche y encerrar al conde en la Bastilla... O cortarle la cabeza, añade cuando descubre que este estaba escuchándole.
Brion propone vengarse del bufón ya que todos tienen con él algún resentimiento.
La maledizione:
Irrumpe Saint-Vallier reclamándole al rey el precio de su perdón, jurando que hubiese preferido preservar el honor de su hija a conservar su vida. Es interrumpido por el bufón, quien le recuerda que el rey le ha perdonado la vida y se burla del yerno que ha escogido, que tiene, como él, defectos físicos. Saint-Vallier se ofusca y retoma su diatriba: Me propongo venir a turbar todos vuestros festejos, y hasta que un padre, un hermano o un marido me vengue de vos, me veréis penetrar en todos vuestros banquetes y deciros siempre : "Habéis obrado mal." El rey lo hace prender y Vallier los maldice con estas palabras: Maldito seáis los dos. Hacéis mal en soltar un perro contra el león moribundo. Y tú, bufón viperino, que has encarnecido el dolor de un padre, ¡Maldito, maldito seas!  
Con este tremendo cuadro acaba el primero de los actos.
El segundo acto tendrá lugar en el callejón en que lindan la mansión de Cossé y la casa del bufón. Triboulet continúa sugestionado por la ominosa condena recibida. Reconoce que, aunque se burlara en el momento de ser maldito, interiormente lo había espantado ese suceso. Confiesa que lo pone rabioso ser bufón y deforme y tener que hacer por obligación reír a los demás y no tener siquiera derecho a llorar. Odio al rey y a los señores, nos dice, me han llevado a ser perverso y me vengaré.
Aparece Saltabadil, quien le ofrece sus servicios como sicario, diciéndole que mata en la ciudad o en su casa, que tiene e su hermana Magdalena como cebo que atrae a la víctima, que necesita trabajar para per así mantener a sus hijos.
En este acto nos presentan a Blanche, hija de Triboulet, que ha sido criada en una aldea y que desde que ha llegado a Mantua solo sale para ir a misa los domingos, acompañada por Berarda, su ama de llaves.
En esas salidas encontrará en la iglesia al rey, quien se presenta como Gaucher Mahiet, un pobre estudiante.
Cierta noche aparecerá por la casa de Blanche Gaucher, y ambos jóvenes se jurarán amor. Al mismo tiempo se acercarán por la calle, embozados, Pieune, Pardaillau, Gordes y Marot, provistos con armas, linternas y una escalera. Es una noche cerrada, absolutamente oscura. Triboulet vuelve a su casa inesperadamente y conversa con Marot. Cossé plantea incluso matar al bufón. Marot dice a Triboulet que planean secuestrar a la esposa de Cossé, idea que entusiasma al bufón, incrementando la rabia de monsieur Cossé, que escucha todo.
Marot explica que están todos con mascarillas para evitar ser reconocidos y así pone sobre ojos y orejas de Triboulet la mascarilla y una venda, encargándole que sostenga la escalera que llevaría -le hacen creer- a la terraza de la casa de madame de Cossé.
Obviamente entran a casa de Blanche, a quien secuestran pese a su resistencia y sus gritos pidiendo ayuda. Huyen todos, dejando al bufón sujetando la escalera. Cansado, después de una espera considerable decide Triboulet quitarse la venda y distingue, tirado en la calle, el velo blanco de su hija. Entra a su casa apresuradamente y encuentra a Berarda amordazada y casi desnuda. Grita, recordando una vez más la maldición, y cae desmayado.
En el tercer acto los compañeros de Triboulet buscan que se desespere. Pardaillau comenta que uno de sus lacayos le dijo al bufón que había presenciado cómo se llevaban a la fuerza a una mujer al palacio de Haltefort. Marot le mandó una nota diciéndole que la habían sacado de Francia bajo un nombre falso.Gordes acota con rabia que el maldito bufón nos va a pagar todas las deudas atrasadas. En esto llega el rey, que comenta: "En verdad soplarle la dama a mi bufón es cosa que causa risa". Le llevan a Blanca -que lleva un velo en el rostro- a su presencia, desvelándole que ese muchacho es el rey. El rey la reconoce por la voz, se estremece y hace salir a todos. Cuando están solos él le retira el velo, y le confiesa su amor: Me amas y te adoro y seremos felices: toda la sabiduría humana se reduce a honrar a Dios padre, a amar, comer, beber y gozar.
Escuchando estas palabras ella se sume en un profundo desencanto y le confiesa que le causa temor. Intentando escapar, ingresa en la cámara real, que Francisco cierra con llave.
Llega Triboulet y el grupo disimula y canturrea, entre ellos Marot se hace el desmemoriado. Oye el bufón ruidos provenientes de la habitación del rey, pero lo distraen con charlas vanas. Vandragon a voces dice que la reina reclama al rey, y los demás excusan su ausencia. Se burlan de Triboulet diciendo que ha perdido a su querida, y él aclara angustiado que es su hija a quien busca. El grupo reconoce el error.
Dice el bufón: Una mujer a sus ojos no vale nada: cuando el rey es un disoluto le hacen a estos hacer carrera... Todo lo venderías por un título: tú a tu mujer; tú a tu hermana; tú a tu madre. Les llama bastardos. "¡Todos juntos contra mí!". Sus llantos despiertan la piedad. Una puerta se abre y aparece Blanca, despavorida y desgreñada. Se quedan solos y cuando el papá le pregunta la razón de su llanto, ella le cuenta que la noche pasada se deslizó un joven que los domingos la seguía a la iglesia. Nunca habían cruzado palabra, pero él se hacía notar moviendo una silla a su paso.
Triboulet infiere que Blanca ha perdido su virginidad, y expone extraños pensamientos, como que él reposaba su vista recreándose en su virginidad, Blanca dice a dios que ama al rey. Saint-Vallier es conducido a la Bastilla y el bufón le promete que él lo vengará.
En el cuarto acto Blanca le dice a su papá que ama al rey y no es capaz de olvidarlo. Confiesa que no entiende cómo puede amarlo pero que sucede y que él responde a ese amor: Me lo dijo y me lo juró... ¡es tan hermoso, tan gallardo! Le pide que lo perdone, que no cree que la haya engañado y Triboulet le hace ver que Francisco está entrando a una posada, en la que pide al sicario dos cosas: su hermana y un vaso de vino. Canta la donna è mobile y aparece Magdalena. Triboulet había propiciado el encuentro entre ambos en la posada de Hércules. El rey le propone matrimonio. Blanca se sorprende de esa traición (Es abominable que diga a otra mujer lo mismo que me ha dicho a mí) y su padre jura vengarla. Le pide que vaya a la casa y se disfrace de hombre, coja dinero y caballo y parta a Evreux, prometiendo darle alcance al día siguiente.
Triboulet le da 10 escudos a Saltabadil. Se cierne una tormenta. Saltabadil promete entregar el cadáver en un saco cosido y cerrado a medianoche, y pregunta cuál es el nombre del galán. Responde Triboulet: Él, Crimen, y yo, Castigo.
Magdalena, que conoce la suerte que correrá su nuevo amor, le avisa que se vaya, pero el rey aduce que llueve. Saltabadil entonces le ofrece pasar la noche en sus aposentos, que eran miserables, con cristales rotos en las ventanas. Finalmente se queda dormido.
Saltabadil pide a Magdalena que busque la espada del visitante, al que creen militar.
Blanca ha vuelto y se lamenta de que el rey ya no la ama, y se percata de que alguien será asesinado cuando Magdalena le pide a su hermano que no lo asesine, que espere, que hablen para encontrar una alternativa. Propone matar al jorobado, lo que espanta a Blanca. Por suerte, el sicario se niega, ya que considera deshonroso matar a un cliente. Acepta esperar hasta medianoche a ver si llega algún viajero al que poner en el saco en su lugar.
Blanca clama: ¡No me impulséis a sacrificarme! Faltando un cuarto de hora para las campanadas, Blanca se apiada del llanto de Magdalena y piensa: Ya que él no me ama, ¿para qué quiero vivir? ¡Morir sin haber cumplido los 16 años!
(Hay que tener en cuenta que esta moral en la que el sacrificio vano por un amor correspondido estaba muy en boga en el Romanticismo. Aunaba los ideales de la exageración del amor adolescente con la idea errada de que el sufrir en esta vida procura felicidad en la etapa siguiente).
El desenlace es vertiginoso: Blanca llama a la puerta y pide pasar la noche en la posada, mientras oye con claridad cómo afilan el puñal que le dará muerte. En su delirio místico, dice perdonar a todos los que le han hecho daño, al rey y al que la matará. Voy a morir por un ingrato, dice. Saltabadil sale de detrás de la puerta, donde estaba escondido, y levanta la mano con el puñal.
Triboulet habla solo, pensando en cómo cambiará la Europa de Carlos V, el papa Clemente, Doria, Solimán, con esta muerte. Dan las 12.
Saltabadil arrastra algo pesado, le pide ayuda a Triboulet, que quiere verlo y pide una luz, a lo que el sicario se opone, y le reclama los 10 escudos faltantes.
El bufón se tranquiliza porque reconoce las espuelas del rey, que atraviesan la lona. Pone el pie sobre el bulto y exclama: Deshonraste a mi hija, ahora soy yo el que ríe. Está por arrojarlo a las aguas del Sena cuando Magdalena abre la puerta para que salga el rey, que se pone a cantar 
"La mujer es movible
 cual pluma al viento 
 ay del que en ella fija
 su pensamiento"
Triboulet se da cuenta del engañoy se pregunta a qué inocente habrán asesinado los bandidos. Desgarra el saco con su puñal pero no ve nada, ya que es noche cerrada. Un par de relámpagos confirman sus temores. 
Blanca agoniza y pide perdón a su padre por haberlo engañado. El bufón ve en todo esto el castigo divino y pide socorro. Las últimas palabras de Blanca son para pedirle a su padre que perdone a Francisco.
Triboulet lamenta que dios no se la hubiera llevado al cielo antes, cuando era angelical e inocente. (En fin).
Una muchedumbre se reúne a su alrededor e intenta separarlo del cuerpo inerme de su hija, pero él se resiste. Intenta dar algo de tibieza a las manos de su hija. Pide a un cirujano que se acerca que la examine, ya que la cree desmayada. El médico confirma su deceso y el bufón exclama desgarrado ."¡He matado a mi hija!".

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