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viernes, 13 de noviembre de 2020

Dido y Eneas: recreaciones del relato de Virgilio y la ópera de Henry Purcell

Luego de ver la ópera de Henry Purcell y de nuestra visita a los reinos púnicos y a los aposentos de la magnífica reina Dido, los alumnos fueron invitados a crear su propia versión del relato.

Emociones despertadas en Lucía:

DIDO Y ENEAS

 

Siempre he sido fanática de las historias de amor, me encanta saber que a pesar de todos los obstáculos que puedan haber, los enamorados hacen lo posible por estar juntos, aunque desgraciadamente, la mayoría de las veces puede acabar en desilusión, engaño y en algo que añoramos más que nada o algo que necesitemos desesperadamente, por lo que no siempre el amor es felicidad plena o absoluta.

Al leer la historia acabé comprendiendo que a todos les puede afectar la historia de distinta manera, no con el mismo sentimiento; a personalmente me afecto de la manera más mísera posible, mientras que a otros no, en mí caso solo pensaba en lo mal que lo deberían de estar pasando, en la decisión tan dura que tuvo que tomar Eneas de irse y de lo horrible que lo debió de pasar Dido por la partida del hombre que amaba.

Esta historia también me hizo recordar algo bueno y es que la familia siempre está para ti, que fue lo que paso con Anna, ya que se notaba que ella lo que quería era que Dido fuera feliz y que se recuperara de la tristeza que tenía por la huida de Eneas.

Me impresionó la manera en la que Dido dependía de Eneas, es decir, la manera en la que le llegó a querer de una forma tan lamentable porque demuestra que no puede vivir sin él y que una ruptura o la partida de alguien que amas, te puede hacer tal daño mental que es incluso desgarrador.

Una de las partes que más me afectó fue la muerte de Dido ya que me pareció de lo más inesperada, ya que pensé que de alguna manera con la ayuda de su hermana Anna lograría superar la huida de Eneas, pero desgraciadamente no fue así, ya que tenía demasiada tristeza en su interior como para seguir viviendo, por lo que acabó terminando con su vida de una manera demasiado horrible para la imaginación de cualquier humano, suicidándose.

Por último me parece muy bonito lo que hizo Anna con el cuerpo difunto de Dido, ella, intentó darle las gracias a los dioses por lo que habían hecho por Dido ya que esta, ahora estaba en un lugar mejor, sin sufrir y sin que su hermana sufra por su tristeza.

En mi opinión es una historia bastante triste, conmovedora y sentimental, ya que me gusta que de alguna manera el autor intente demostrar que no todas las historias de amor tienen que terminar en el típico final feliz, aunque me encante que acaben juntos y felices, perfectamente que la historia de Dido y Eneas debía de terminar así.


Versión de Iria:

Dido era la directora de la Universidad Sorbonne, en París. Su hermana Belinda era su secretaria. Dido era una mujer muy hermosa, pero a la vez muy responsable, muy inteligente. Todos le tenían respeto, y al ser tan hermosa había muchos profesores de la Universidad que intentaban salir con ella. Pero ella los rechazaba a todos. Dido, antes de convertirse en la directora de la Universidad era una profesora en Alemania y tenía un marido. Al matar su hermano a su marido ella cogió todo lo que le quedaba y se marchó. Con mucho esfuerzo consiguió llegar a ser directora. 

Un día entró en la Universidad un nuevo profesor llamado Eneas, fue amor a primera vista. Belinda, que quería ver a su hermana feliz le dijo que le diera una oportunidad al profesor. Dido y Eneas salieron en una cita. 

Desde entonces Dido y Eneas pasaban todo su tiempo libre el uno con el otro. Pero un día el padre de Eneas le llamó y le dijo que volviera a casa porque tenía que casarse con una mujer a la que se había prometido cuando era joven. Eneas intentó hacer entrar en razón a Dido, pero ella se sumió en una enorme tristeza. 

Cuando Eneas partió, ella al sentir tanto dolor dejó de comer y de beber, y se puso muy enferma. Belinda la llevó al hospital. A la semana de llegar al hospital falleció. 

Un mes después Eneas volvió porque su mujer había muerto de cáncer y quería recuperar a Dido. Cuando llegó, Belinda le contó todo lo ocurrido y él cogió un lápiz y se lo clavó, no quería seguir viviendo, ya que el amor de su vida había muerto por su abandono. 

Fueron enterrados juntos, se reencontraron en el cielo y se amaron todos los días. Belinda pasó a ser la directora de la universidad y años después mandó construir una universidad en honor a su hermana.


Leamos el trabajo de Lucía:

Dido, la reina norteafricana de la ciudad de Cartago.
Dido  tuvo que huir de su tierra después de que su hermano Pigmalión matase a su marido. Con su hermana Belinda  y un grupo de leales acampó en la actual Túnez, en la costa del norte de África. 

Iarbas (Jarbas), un rey local, estaba dispuesto a venderle un trozo de tierra a condición de que no fuese más grande que la piel de un toro. La astuta Dido cortó entonces la piel de un toro en pequeñas tiras y demarcó el lugar sobre el que quería fundar la ciudad de Cartago. 

Estaba haciendo sus labores de reina junto con su hermana Belinda que siempre la ayudaba con el reino, entonces en ese momento Belinda le dijo a su hermana que si no le apetecía tener un amor, en ese momento Dido saltó ofendida ya que ella decía que iba a ser fiel a su difunto esposo y no estaría con nadie más, su hermana que era muy pícara le fue llevando hombres al palacio pero Dido no era tonta así que se dio cuenta y le dijo que su decisión era firme. 

 Unos días más tarde  llegó Eneas, el príncipe troyano, su barco se había alejado de su ruta debido a una tormenta sobre la costa de Italia. Pidió si podía quedarse en ese reino hasta que arreglasen sus barcos, Dido le dijo que sí que podía y que le ofrecía una habitación en palacio. Al día siguiente Dido organizó una cena para conocerse, cuando Eneas entró el salón de la comida, Dido se enamoró de él, en ese momento su hermana que ya estaba atenta se dio cuenta de lo que pensaba su hermana. A la mañana siguiente Dido le cuenta lo que siente por Eneas a su hermana, entonces se la ocurre montar una cacería y así podría estar con Eneas, durante la cacería empezó a llover entonces Dido y Eneas se refugiaron en una cueva, Dido sabía que no podía enamorarse de él ya que seguramente iba ser un necio como todos los hombres pero durante todo aquel rato que llovió se dio cuenta de que no era así, le contó todas sus hazañas y poco a poco se fue enamorando más de él. Cuando acabó la lluvia ya era de noche así que fueron a dormir pero Dido lo invitó a dormir con ella. El tiempo pasaba y sus barcos ya estaban listos y el pueblo se daba cuenta de que su reina era una fresca ya que rechazó a muchos príncipes ya que decía que era fiel a su difunto esposo y luego resulta que se va con un príncipe. Una de esas noches Eneas tiene una visión: Júpiter le dice que tiene que marcharse ya que ese no era el destino que él le dio: debía dirigirse a Italia,

Como Eneas temía a los dioses le hizo caso, se despertó y se fue con su tripulación rumbo a Italia sin decirle nada a Dido. Al rato llega Belinda con aires nerviosos a despertar a su hermana para avisarle de que Eneas se había ido, ella pensaba que se lo inventaba pero cuando divisó los barcos se entristeció tanto que en una semana no salió de su cama hasta que un día para sorpresa de Belinda se la encontró arreglada y contenta, ella se sorprendió dado el estado de ánimos que tenía los días anteriores, así que feliz se fue a preparar un sacrificio para dar gracias a los dioses por el cambio de ánimos de su hermana, pero el verdadero motivo era que había decidido quitarse la vida para solucionar todos sus problemas, diciendo lo siguiente:  

Cuando esté acostada, tumbada en la tierra, que mis errores no causen problemas en tu pecho. Recuérdame, recuérdame, pero ¡ah! olvida mi destino. Acuérdate de mí, pero ¡ah! olvida mi destino. 

 FIN


Ahora pasemos al trabajo de Alicia:



Trabajo de Marta:

Dido y Eneas

El silencio inunda Cartago mientras el sol se eleva poco a poco para recibir el inicio del día, pero las criaturas que habitan allí comienzan a despertar, habitantes del pueblo se levantan para un día más de supervivencia para poder dar de comer a sus seres queridos.
Mientras tanto, a kilómetros de aquel lugar, un gran acontecimiento había dado su fin, la guerra de Troya ya había terminado, todos los soldados que hicieron falta murieron por defender a su pueblo, familias ya habían huido a buscar una vida mejor y entre los pocos que habían conseguido sobrevivir, se encontraba Eneas, soldado de Troya, envidiado por su belleza y su gran físico por muchos, defensor de su pueblo, se disponía a partir con varios compañeros hacia un nuevo territorio en el que vivir, reinar y poblar.
Antes de partir, Eneas fue con el resto de su tripulación a buscar provisiones, algunos ropajes y cosas varias para un viaje más ameno hacia sus próximos terrenos. Tras dos horas almacenando, clasificando y demás todos montaron en el barco, izaron las velas y dieron comienzo a un largo viaje.
En Cartago siempre era el día de la marmota para nuestra reina, la protagonista de esta historia. Ella era conocida como Dido, hija de Mutto, rey de la ciudad fenicia de Tiro. Pasaba allí los días en su despacho, recibiendo a pueblerinos con planes para construcciones que ella debía revisar previamente, papeleo, papeleo y más papeleo. A través de las ventanas de su despacho veía cómo el sol asomaba entre las montañas cada día, y cómo bajaba de nuevo por el oeste y daba paso a la tenue luz de la luna. Sus días se basaban en pensar en el bienestar del pueblo.
Por desgracia su marido había fallecido hacía ya tiempo y su única persona de sangre y confianza que le quedaba era su hermana, Belinda; esta misma le ayudaba con los mandados del pueblo y se preocupaba de su bienestar, hasta el punto de tratar de conseguirle a una nueva persona con la que compartir su vida, pero cada vez que esta se lo mencionaba, Dido le contestaba con un rotundo no, sin mostrar ni una pizca de sentimiento y, aún así, ella lo intentaba cada día.
Todo parecía calmado cuando Eneas y su tripulación comenzaron tan largo viaje, pero cuando menos se lo esperaban una fuerte tormenta se desató, unas nubes grisáceas aparecieron en lo alto del cielo ocultando el sol, estruendos enormes de truenos sonaban a los lejos y hasta los mares más calmados movían sus mantos de sal de un lado a otro y el barco de Eneas no pudo aguantar tanta fuerza y acabaron náufragos; y aquí llega el momento en que nuestras dos historias se unen, pues dio la casualidad de que el barco destrozado y perdido de Eneas acabó parando en la costa de Cartago, en el poblado de Dido.
Tras aterrizar en Cartago, Eneas y sus compañeros fueron a las puertas de las casas de algunos habitantes a pedir ayuda de los pueblerinos; la noticia del naufragio y la persona de tan alto nivel que venía con él se extendió rápidamente. Cuando Belinda se enteró de la noticia fue corriendo hasta el despacho de Dido y tras contarle qué clase de persona y prestigio tenía Eneas y muchos ruegos después, consiguió que Dido accediera a montar una gran cena especial en la que conocer a este personaje tan curioso.
Al día siguiente llegó el momento de la cena tan esperada: invitados de alto nivel llegaron, todo iba como lo planeado y llegó el momento tan esperado. Dido entró al gran salón y de repente sus ojos localizaron a Eneas y por primera vez, sintió el amor a primera vista. Ese mentón, esa musculatura, esos ojos tan profundos y ese pelo tan brillante, simplemente se había quedado locamente enamorada de Eneas.
Trató de suprimir todo lo posible sus nervios, y en toda la noche cruzó un par de miradas y mantuvo una pequeña charla con él.
Al día siguiente Belinda le sugirió a Dido la idea de montar una cacería e invitar a Eneas, y esta sin pensárselo dos veces accedió a este plan.  Horas después todos estaban preparados para dar comienzo a la cacería con sus caballos y demás artillería y los nervios de Dido estaban a flor de piel; todo transcurrió tranquilamente, y momentos antes del amanecer Dido y Eneas decidieron separarse de su grupo de cacería, cabalgando por nuevas rutas.
Gotas de lluvia comenzaban a caer cada vez en más abundancia, así que Dido y Eneas decidieron resguardarse en una pequeña cueva. Allí estaban, cada uno sentado sobre una pequeña piedra incómoda; la sangre de Dido hervía y el amor se respiraba en el aire por parte de los dos y como todos esperábamos, ese primer beso surgió, a la luz de la luna con las gotas cayendo, a Dido le brillaban los ojos y podía sentir que estaban conectados.
Pasaron los días y la relación amorosa de Dido y Eneas se avivaba como si le echaran carbón constantemente, hasta el punto de que Eneas comenzó a dormir junto a Dido en el hueco que antes ocupaba el difunto marido de esta y a ayudarla con los proyectos del pueblo.
Pero no todo era felicidad y amor como en los cuento de hadas, ya que la sombra siempre existe y acecha para salir cuando menos te lo esperas.
La decisión de Dido no era bien recibida por el pueblo, pues la mayoría no veía justo que se hubiera guardado tanto luego de la muerte de su marido pero lo hubiese olvidado con el primer extranjero que llegó a Cartago. Además Eneas tampoco fue bien recibido, pues tampoco le veían sentido a que al poco de haber llegado ya estuviera dándoles órdenes.
Una noche, un sueño atormentó a Eneas, y el mismísimo Júpiter se presentó, para recordarle cuál era su misión, y que debía volver a dirigirse hacia Italia.
En ese mismo momento Eneas se despertó con el corazón en la garganta, cogió sus pertenencias, despertó a sus tripulantes y se puso en marcha lo más rápido posible, dejando atrás su supuesta vida junto a Dido.
El sol iluminó la habitación con una cálida luz, haciendo despertar a DIdo, esta se giró y al ver que Eneas no estaba supuso que habría despertado antes, pero cuando en ese instante su hermana Belinda entró a la habitación, pálida como la fría nieve de los inviernos, supo que algo iba mal.
Belinda, titubeando, le explicó a Dido que en la madrugada Eneas había marchado de Cartago. 
La sangre comenzó a correr más fría y lenta por las venas de Dido. Comenzó a sentir un vacío a su alrededor y un silencio que la abrumaba y no la dejaba pensar con claridad: había dado todo por Eneas y él la había abandonado.
Los días comenzaron a pasar uno tras otro sin sentido. Dido no quería comer, ni hablar, ni tan siquiera levantarse de la cama, solo podía pensar en lo que le había hecho Eneas. 
Mientras tanto, Belinda trató de hacerse cargo del reinado mientras su hermana sufría, pero no le fue como se esperaba.
Ahora sí, el final se acerca cada vez más fuerte y recordemos que esto no es como los cuentos de hadas.
Una mañana, Belinda llegó al despacho de Dido y cuál fue su sorpresa que esta estaba allí, aseada, sosegada y comenzando un día normal como antes. Belinda se lanzó sobre ella llenándola de besos y abrazos; Dido no le dio mucha importancia y simplemente consiguió que se fuera a recoger leña.
En el momento en que Belinda se fue, DIdo pudo quitarse su máscara y dejar el espectáculo de la felicidad a un lado, nada había cambiado para ella y ese mismo día estaba preparada para dormir.
Dido se condujo hasta su habitación y levantó la almohada en la que caía la cabeza de Eneas las noches que pasó en ella, pues allí dejaba siempre un puñal que según él era por si alguna noche alguien del pueblo trataba de agredirlo, ya que sabía que no le caía bien a la mayoría de los habitantes.
Con las manos temblorosas y las yemas frías cogió lentamente el puñal y lo puso frente a su pecho, y antes de clavarlo, dijo las siguientes palabras: 
"When I'm laid in earth may my wrongs create no trouble in thy breast"
Tras aquellas palabras conmovedoras, Dido dejó que el impulso de sus manos hiciera el resto del trabajo.
Cayó sobre el suelo, con la vista borrosa viendo pasar toda su vida en ese instante, un puñal estaba atravesando su corazón y el dulce elixir de la vida brotaba abandonándola y dejando su alma libre para ir al más allá con su difunto marido.
Cuando Belinda entró por la puerta de aquella habitación, su vida pasó de estar en un punto alto de felicidad a sentir que tan solo era un ser vivo más inservible.
Su rostro se quedó pálido y sin expresión, tan solo las lágrimas que corrían por sus mejillas podían dar a entender toda la tristeza que sintió en ese momento.
Esa misma tarde, Belinda quemó el cuerpo de Dido, fundiendo sus carnes y huesos, creando cenizas que volarían junto al viento, en recuerdo y testimonio de una vida que había pasado al más allá.
Dido, reina de Cartago, dio todo por Eneas, héroe de Troya, y este tan solo la abandonó  dejándola en la tristeza, ahogada en sus lágrimas y sus gritos interiores, todo sufrimiento para terminar en nada...


Fin

Trabajo de Hugo:

La protagonista de esta historia es Dido, una reina de Cartago. Ella era una gran reina, era muy trabajadora y tenía la confianza de su pueblo. Su hermana, Belinda, veía tan seria a Dido que pensaba que con un novio sería más feliz. 

Belinda, de vez en cuando, mandaba a un hombre a su hermana para que hablasen, se conociesen y tuviesen una cita. Dido rechazaba a todos los pretendientes poniendo de escusa que tras la muerte de su marido jamás se volvería a enamorar. 

Un día, en la costa, aparecieron varios tripulantes de un barco que había naufragado a causa de una tormenta. Los tripulantes eran troyanos y entre ellos se encontraba Eneas, un príncipe de Troya de lo más apuesto. Los troyanos encontraron a Belinda, a la que preguntaron si Dido podría ayudarlos. Belinda fue a hablar con Dido y le habló del naufragio y sobre Eneas. Belinda estaba segura de que Dido se quedaría impresionada al ver a Eneas, por lo que le propuso celebrar una cena en honor a este. 

Dido esperaba tranquila a que el príncipe del que tanto había oído hablar llegara. Al cruzar este la puerta del comedor, la reina se quedó boquiabierta. Belinda los presentó y los dejó solos. Pasaron la noche charlando y Dido decid programar una cacería para el día siguiente. 

Pasó la noche y llegó la cacería, que se vio interrumpida por una tormenta. Eneas y Dido se separaron del grupo y se resguardaron en una cueva. La reina intentaba no hacer notorio su amor por el príncipe, pero tras hablar más tiempo se dio cuenta de que Eneas, aparte de ser guapo y corpulento, era inteligente y cariñoso. 

Pasaron los días y los dos empezaron una relación. Dido empezó a pasar mucho tiempo con Eneas. Poco a poco dio de lado a su reino y comenzó a delegar su trabajo en Belinda. Esto no le sentó bien al pueblo, pues Dido había jurado fidelidad a su marido. Todo se agravó cuando Eneas empezó a dar órdenes a los cartagineses. 

Entre tanto, los barcos, gracias a los recursos otorgados por Dido, quedaron terminados y listos para zarpar. 

Una noche, mientras los dos amantes dormían, el dios Júpiter se le apareció a Eneas en sueños. El dios le exigió que acabase con su cometido, que luchase y construyese una segunda Troya. 

A la mañana siguiente, Belinda despertó a su hermana con malas noticias, su novio y los troyanos habían partido. Dido se lamentaba y maldecía a Eneas, ¿cómo podría gobernar a su pueblo ahora? Los había dado de lado y estaban enfadados.  

Pasaron semanas y la reina no salía de su habitación. Un día salió de sus aposentos formalmente vestida y con el carácter que la caracterizaba. Belinda se alegró mucho y fue a preparar una gran fogata para celebrarlo. Estando Dido sola dijo: 

 

Cuando esté tumbada en la tierra, que mis errores no creen problemas en tu pecho.  

¡Recuérdame! Pero olvida mi destino. 

 

Entonces Dido cogió un puñal y se lo clavó. La reina cayó muerta y fue despedida como la gran reina que fue, siendo quemada en la hoguera. 






Trabajo de Sonsoles: 





 Trabajo de Moira:




 

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